Su
tutora me lo dijo. La niña estaba preocupada y aseguraba que trabaja. Su
problema radicaba en esta ocasión en un maldito número que se encuentra en la
frontera que separa el aprobado del suspenso y, en muchos casos, si la noticia
de ese cuatro con cinco llega a casa, también en la que decide entre la reprimenda
y la felicitación.
Un
número sencillamente es lo que es, un número, una simple cantidad que refleja
un momento determinado del aprendizaje y vaya usted a saber cómo estaba el
alumno en ese preciso instante porque su TDA le ha escondido, no se sabe si por
el reflejo de la blancura del papel o tras la sombra del bolígrafo, datos que
le eran imprescindibles para conseguir ese resultado que al final le hubiera
ayudado a conseguir el anhelado cinco. Pero…
¿estamos locos? ¿Nos creemos dioses?
La
frontera entre el éxito y el fracaso la debemos eliminar nosotros, porque somos
los únicos que podemos hacer comprender al alumno que ese límite lo puede
vencer con su esfuerzo y el interés que pone, y que en
otros momentos tal vez ha escaseado, pero ¿quiénes somos nosotros para manejar
y dirigir las emociones de un niño o niña, incluso tal vez minando poco a poco,
con este tipo de decisiones, el camino por el que pueda empezar a dirigir su
futuro? Nuestro papel es, con tiento y mesura, con sensibilidad y humildad, a
la vez que con cierto rigor, que no prepotencia, ayudarle a entender el sentido
de ese dichoso número y hacerle ver que en sus manos, y con nuestra ayuda, está
el ir transformando ese aprendizaje para que al final mejore y probablemente
será otro número algo superior quien nos lo dirá, pero tengamos más cuidado.
Hablé
con ella porque a partir de ese momento iba a estar conmigo en clase. Su gesto
era triste y de decepción, seguramente con ella misma. Se veía ante algo
insuperable, ¡un cuatro con cinco! ¡Qué horror! Un simple número que ahogaba
sus ilusiones y que le hacía ver, allá a lo lejos, un negro final de evaluación
que, traducido a un lenguaje que suele rodear a estos niños, viene a decir ¡eres
un desastre! ¡no vales para esto! Imaginaos por un momento que esto le ocurre
en otra asignatura más ¿lengua? ¿inglés? ¡qué más da! Sea la que sea multiplica
el efecto devastador en su ya maltrecha autoestima, arruinando las pocas
ilusiones que todavía permanecen en ese dolorido corazón. Pues imaginaos otra y
otra… al final ¿para qué seguir esforzándose? ¿para qué atender? Mejor no hacer
nada y perderse en sus devaneos mentales, en esos mundos en que la gente que le
hace daño no puede entrar, ni tan siquiera se imagina cómo son.
Tras
convencerle de que un número no iba a estropear su maravilloso trabajo, de que
entre los dos, porque me he puesto a su lado, íbamos a ser capaces de dejar
pequeño a ese cuatro con cinco, una sonrisa volvió a su cara y desde ese día, y
ya van unos cuantos, no ha dejado de sonreír. Ya no le importa el siguiente
número, sólo trabajar y hacerlo cada día mejor, y si vieseis cómo se esfuerza
sin dejar de sonreír… ¿Perder la ilusión? ¡Nunca por un maldito número!
Fco.
Javier Lozano 28 - octubre - 2017
Cómo siempre eres el mejor Javier, esa niña va estar agradecida contigo eternamente, ojalá yo hubiera tenido profesores como tú , gracias a dios que he vuelto a estudiar y ya no me siento tan pequeña,y tan inútil, afortunadamente ahora hay muy buenos profesionales, que lo que quieren es enseñar, y se dan cuenta que el alumno quiere aprender.Muchas gracias por ser como eres y saber ver mas allá de un número,ojalá esa niña pueda sacar lo mejor de ella, y sobretodo sea feliz y sonría todos los días.<3
ResponderEliminarSabes Ana Cris que hay que intentar que pille la marcha y de momento ahí va. Gracias por tus preciosas palabras como siempre
EliminarSi eso está muy Bien en la teoría pero en la práctica no todos estan con los alumnos tan atentos.... Pero la reflexión está muy bien
ResponderEliminarYa sabes Beatriz que yo no cuento mi teoría, es mi práctica. Lo importante es que cada día alguno más se vaya sumando a este barco en el que tienen cabida los alunos que nos necesitan. Que reflexionen a ver si se dan cuenta. No es tan complicado.
EliminarExcelente. Ojala todos los maestros lo comprendieran asi, cuantos genios escondidos podrían brillar desde pequeños!
ResponderEliminarSe trata de echarle ganas e ilusión, lo que hemos llamado siempre vocación seguramente. Hay muchos barcos naufragando en este mar de la educación que pueden ser reflotados. Hacen falta ganas únicamente.
EliminarQue verdad! Por un numero... A menudo ese numero dinamita las ilusiones, la felicidad, la autoestima etc... Ese numero a veces,demasiadas veces quizás, hace que tiremos la toalla y... si no tenemos nadie que nos haga reflexionar y ver todo de forma diferente, pues no volvemos a retomar las riendas. Que triste! Por un número, pero así es!
ResponderEliminarQué razón tienes Rosa y lo triste es que dinamita también esas cosas en las familias. Gracias amiga
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