Siempre
le he dado vueltas a un concepto, a una idea, a una sensación que nos acompaña
unas veces y nos persigue otras, a un contraste que tan pronto nos ayuda a
serenarnos como nos incita a la desesperación. Se trata del silencio.
¿Cuántas
veces ante un problema hemos necesitado esa paz que sólo nos proporciona el
silencio? Es ese remanso de paz en la orilla de nuestros miedos y nuestra
angustia, al borde de todo aquello que nos empuja a la desesperación, pidiéndonos
que lancemos un grito o simplemente abandonarnos a un llanto abundante para que
podamos liberar todo aquello que quedó atrapado en nuestro dolorido pecho y que
no podemos soltar de otro modo. En esos instantes es cuando realmente sabemos
valorar ese escondite que es el silencio, una cueva alejada del mundanal ruido
que hace las veces del caparazón de la tortuga, de la casita del caracol o del
amigo que supo sacarnos de aquel lugar en que nos sentíamos atrapados y del que
creíamos que jamás podríamos salir.
Pero
existe la otra cara de la moneda, ese silencio que nos agobia hundiéndonos en los
abismos de nuestra soledad, en una isla de incomprensión en la que van muriendo
en lenta agonía nuestras ilusiones al son de la marcha fúnebre de la rutina. La
incertidumbre que marca el no encontrar respuesta a cada uno de nuestros
suspiros e incluso de nuestros latidos más urgentes llega al borde de la
desesperación. Cuando esto ocurre y nos vemos envueltos ahí, es cuando añoramos
una sonrisa sincera y la mano amiga que te llene ese vacío con una sonrisa, una
breve conversación y a veces paradójicamente, aunque parezca una incongruencia,
hasta con un momento de silencio, pero del bueno, del que rezuma cercanía y
complicidad.
Todos,
sin excepción, a lo largo de nuestros días tenemos de uno y de otro tipo de
silencio. El problema se crea cuando nos ahoga más veces el segundo y nos
libera menos el primero, pero todo es cuestión de rachas y oportunidades que la
vida nos va dando y quitando, unas fruto de su capricho y otras de nuestra
suerte o de los pasos que vamos dando, muchos de ellos tal vez en el sentido
equivocado. Yo, de momento, trato de buscar un ratito de relax que me ayude a
encontrar ese silencio reconfortante que ahora más que nunca necesito para
poder seguir disfrutando de mis días con algo más de alegría e ilusión.
Javier Lozano
21/05/2013
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