miércoles, 12 de marzo de 2014

Las perlas en la educación


Todas las personas que nos dedicamos en cuerpo y alma a esto que llamamos enseñanza sabemos que educar es algo más que llenar de conocimientos la cabeza de nuestros alumnos y alumnas. Aún más, ni tan siquiera desarrollar capacidades o  fomentar actitudes y demás cuestiones de vital importancia para el desarrollo de la persona. No digo que no sean importantes, pero hay algunas otros aspectos de la persona que no debemos desatender. ¿Qué os parece si os digo que me refiero al plano afectivo, a su autoestima, etc.? Sí, a todas esas cosas que quizá se vean menos pero que están más a la vista que ninguna de las anteriores formando parte de la propia idiosincrasia de la persona, de ese chico o chica adolescente como suele ocurrir en mi caso.

Esta semana, el lunes, comenzó con un regalo. Como lo leéis, un regalo a las ocho de la mañana cuando todavía no había abierto los ojos casi más que para tomar un café con leche a toda prisa y cuatro galletas integrales, cuando me venía justo para cruzar la ciudad para llegar conduciendo mi coche hasta el aparcamiento de al lado de la escuela.

Cuando atravesé la puerta de entrada todo era paz, una tranquilidad que dura escasos segundos, los que tarda en sonar un breve ding dong. Poco después, cuando me dirigía a abrir el aula donde iba a tener la primera clase con mi grupo especial y empezaba a girar la llave para abrirla, noté que alguien venía con prisa, con la premura que imprime la ingenuidad en la cara de un niño que quiere sorprender a alguien y que parece que el tiempo se le va a agotar sin conseguir su objetivo. Me volví y comprobé que venía correteando tras mis pasos al verme pasar. Su sonrisa le delataba mientras, casi al vuelo, iba abriendo su mochila repleta de libros y cuadernos. “Te he traído un bicho” me dijo. ¡¡¡Socorrooooo!!! No era la primera vez que me hablaba de decenas de seres que pululan por su habitación para “alegría” de su madre. Tarántulas, ciempiés y bichos de esos que serán de Dios o de quien sean pero que a mí me dan una cosa…

Metiendo la mano a duras penas entre todos los cachivaches que había en su mochila, me dijo que ésta vez no estaba vivo, pero aclaraba que tampoco muerto. Yo, más desorientado que aquel pobre ser que había viajado hacía mi entre la vida y la muerte perdido por el interior del macuto de un estudiante como aquél, contuve la respiración, hasta que al incorporarse me ofreció entre sus manos una ostra, la que os muestro en la foto. Su cara reflejaba satisfacción, pero sus palabras se atropellaban para contarme cómo él mismo, buceando en la playa el fin de semana, la había conseguido arrancar de unas rocas para mí. ¿Os imagináis lo que es que te digan eso? ¿Que un alumno lejos de la agobiante escuela se acuerda de ti? Unos días antes yo había tenido que dar la cara por él fuera del centro porque se había metido en un buen lío, pero ya otras veces se había portado así conmigo. Hoy al terminar la clase ha venido y me ha dado un caramelo, otros días me recibe, como otros alumnos míos con un abrazo, pero aún así siempre se quedan algo, porque cuando se me acercó para poner su ostra en mis manos me repitió que era para mí, pero con una carita que lo decía todo añadió… “¡Ah! Pero la perla me la he quedado yo”.

Él no sabe que la perla, que nunca existió en el interior de aquel bicho, es el cariño que me muestra cada día y que quedará para siempre en mi recuerdo y en mi corazón por encima de todos los problemas que me crea a diario. Es el premio a nuestro trabajo diario por ellos, ese que entenderán dentro de algunos años. Mientras tanto seguiremos recogiendo perlas aunque no nos traigan alguna vez el bichito que en cuestión de debería guardarlas dentro.
Javier Lozano      12/03/14

2 comentarios:

  1. Me encanta Javier. Estas son las cosas por las que merece la pena vivir

    ResponderEliminar
  2. Por esto y por ver más de veinticinco años después como aquella niña que eras se ha convertido en una gran mujer, una persona excelente. Eso me anima a luchar para que los alumnos de ahora en unos años consigan lo que tú has logrado ya. Besos Isabel

    ResponderEliminar