miércoles, 3 de diciembre de 2025

Un paseo hasta Ceuta por el TDAH


Justo a estas horas hace ya una semana estaba en la estación esperando un AVE que me llevara a Málaga para allí, tras una espera de dos horas, poder subir a un helicóptero que me dejara en Ceuta. Poco más de mil kilómetros y llegaría en mi destino.

Partía de Zaragoza con una pequeña maleta con algo de ropa y las cosillas necesarias para un viaje, además de una bolsa colgada al hombro con cuatro cosas para entretenerme por el camino y para el II Congreso TDAH al que me dirigía. El resto de necesidades básicas, como siempre que haces estos viajes, no caben en la maleta, así que las llevas en tu cabeza y tu corazón.

Una vez allí, como siempre que voy a cualquier otro lugar, me recibieron y trataron muy bien y tras descansar del largo viaje, al día siguiente comenzaba las actividades para las que había sido solicitado. Primero una sesión de formación con orientadoras de la ciudad de Ceuta en la Dirección Provincial de Educación y posteriormente, por la tarde, la segunda jornada del Congreso del que era ponente ese día cerrándolo. Entre ambas actividades un arduo e inútil esfuerzo para solucionar un problema informático al que le dio solución un chico de 12 años minutos antes de empezar la sesión. Un claro ejemplo de que nuestros chicos son capaces de desarrollar sus capacidades hasta donde sea necesario si les dejamos. Al menos tienen que intentarlo. Los límites los tienen que encontrar ellos. El día terminaba con un buen amigo cenando con un rato de charlas y algunas risas.

Al día siguiente volvía a hacer el recorrido inverso realizado dos días atrás. El helicóptero hacía su recorrido y a la espera de más de cuatro horas para subir al AVE en Málaga se unían que venía con un retraso de 35 minutos y la llegada a Zaragoza con más de una hora también de retraso sumado al anterior, así que un día entero de un sitio para otro. Dos días después estaba todavía en casa algo desubicado.

Tras estas aventuras, siempre me quedan algunas cosas que dan vueltas en mi cabeza. Una de ellas es que esas personas con las que convives unas pocas horas nunca sabes si algún día las volverás a ver, habiendo dejado en ti ese agradecimiento por haber ido hasta su ciudad y por esa ayuda que te agradecen y de la que no llegas a ser verdaderamente consciente que haces por esas familias y esos chicas y chicas que sufren día a día su situación en el colegio, en la calle o en la sociedad en general. Pienso en la cantidad de lugares, ciudades o países que he visitado y recuerdo caras, palabras y muestras de agradecimiento que nunca se olvidan.

Al volver, tras los arduos viaje de ida y vuelta y el intenso día intermedio, regreso a casa con la maleta y la bolsa al hombro. Noto que su peso es el mismo que a la ida, pero sin embargo la noto llena, mucho más llena porque va repleta de agrado, palabras, sonrisas y afecto. Además, lo más importante, capaz de camuflar todo el cansancio acumulado, es la enorme satisfacción de haber conseguido llegar a gente que necesitaba mi pequeña labor, la satisfacción del deber cumplido una vez más.

                                                Fco. Javier Lozano – 3 de diciembre de 2025

lunes, 3 de noviembre de 2025

TDAH desde la Patagonia argentina



Ya han pasado un año y unos pocos días más desde aquel en que tuve de abandonar las aulas debido a mi jubilación. Mi vida ha ido cambiando poco a poco, pero era un momento que tenía que llegar.

La gente te pregunta por el cambio que supone y, es cierto, que es muy distinto todo desde aquel momento, pero hay distintas cuestiones al hablar del tema educativo. Por una parte no volveré a pisar un aula con asiduidad y poder ver esas caras que te miran con cariño y esperanza porque saben que de de ti dependen más cosas de su vida de lo que todos pensamos.

Hay otra parte que tiene que ver con mi actividad dedicada a los niños, niñas y familias que viven a diario los efectos del TDAH, Síndrome de Tourette, o el acoso escolar entre otros, durante los últimos casi veinte años. Muchos viajes, miles de kilómetros por España y por otros países, e incluso por video conferencias desde casa, en los que he recibido mucho cariño, agradecimiento y apoyo por esa labor que un día decidí hacer a petición un primera asociación que me señaló ese camino, a veces pesado, otras cansado, pero siempre con la ilusión de ser útil a mucha gente.

Podría contar con mucha emoción muchas anécdotas de padres y madres que me han achacado el éxito de sus hijos e hijas con el paso del tiempo por mis palabras, mis consejos para trabajar con el problema, sin darse cuenta, como no me canso de decirles que el haber conseguido todo eso es debido a su esfuerzo y su trabajo diario, así como el de los menores, a veces no tanto, implicados.

Recuerdo fotos con mucha gente para poder tener un recuerdo de esos instantes inolvidables, porque en todos los lugares he sido siempre recibido, desde el primer día hasta mi último viaje hace unos meses a Ceuta, como si fuera uno más de esas familias y asociaciones.

Como prueba de todo esto, algún detalle, sin dejar de recordar los montones de mensajes pidiendo opiniones y consejos. Todavía recuerdo el abrazo y las lágrimas de una madre al bajar del escenario en un acto en Valladolid, agradeciendo lo importante que había sido escucharme en Palencia meses atrás y haber aplicado con su hija lo que había escuchado, una vez más, como os he contado haciendo responsable de unos resultados que eran debido a su enorme implicación. Esto se repitió en más lugares, algo que me llegó muy adentro.

Para no cansar más con este artículo, os copio a continuación, con permiso de la autora a la que no conozco personalmente, un agradecimiento que me llegó hace cuatro días tras contestar a mi felicitación por su cumpleaños, cosa que suelo hacer todos los días que tengo tiempo para ello. Como ella me dijo al pedirle dicho permiso... ”Siii claro que si, nosotros aquí somos ejemplo e incentivo para muchos padres y esa es la idea poder dar esperanzas y no bajar los brazos para con nuestros hijos”

Me volvió a dejar sin palabras después de llegarme al corazón, algo que en estos momentos ayuda a seguir adelante. Ahí va...

“Muchas gracias Licenciado, un abrazo grande desde la Patagonia Argentina. Maestro querido del cual aprendí muchísimo y aplique en mis hijos con tea y tdah. Hoy la niña con tea, a un año de terminar secundaria, muy aplicada e independiente y el niño, con tdah, en su primer año universitario estudiando psicopedagogía, también independiente y todo lo que aprendió lo aplica en su día a día. Y pensar que decían profesionales que ninguno llegaría a terminar sus estudios, fue un trabajo de día a día constante ver de que lo que los terapeutas aplicaban también se siga en todos los ámbitos que frecuentaban e incluso en el hogar . HOY DIGO SI SE PUEDE, lo digo porque fueron evaluados a los 3 y 4 años que no socializaban, no soportaban ambientes con ruidos, con gente, luces fuertes y una hiperactividad que supera a cualquiera . Y usted fue uno de mis guías GRACIAS POR TANTO”

               Fco. Javier Lozano – 3 de noviembre de 2025

miércoles, 22 de octubre de 2025

  Mañana es el primer día 


Hoy debería ser uno de esos días del año en que estás impaciente porque esperas que mañana empiece un nuevo capítulo lleno de intriga, emociones, sorpresas y mil cosas más, pero resulta que tras muchos años así se ha convertido en uno más, como cada uno de los casi ya últimos once meses tras mi jubilación.

Las aulas se llenarán de nuevos alumnos expectantes a los que no podre ver sus caras de inquietud, al menos en esos primeros minutos cuando entras y te sientes observado por todos y cada uno de ellos, porque no te conocen y quieren saber cómo vas a responder a sus inquietudes. Unos esperan un trato distendido y agradable, otros quieren saber si serás mejor que la persona que la que le toco el curso anterior, otros no quieren defraudarte académicamente, otros… así hasta llegar a todos aquellos alumnos y alumnas que esperan de ti algo especial porque su personalidad lo requiere y lo necesita con urgencia. Me refiero a todos que sufren de algún tipo de trastorno o de situaciones de acoso o de algo por el estilo.

Desde que apareció en mi vida escolar el primer caso de TDAH mi vida como educador cambió por completo y lo que era una vocación, sí desde muy pequeño, se complementó con una necesidad vital de estar al lado de aquellas personas que sufren este trastorno, además de sus familias, y no dejarles de la mano. Poco a poco te das cuenta de que existen otros trastornos y tratas de llegar en lo posible a toda persona que se cruza en tu camino y que te das cuenta que puede necesitarte, lo de menos es el nombre, ya sea Síndrome de Tourette, Asperger, Autismo, etc. además de casos de acoso escolar.

La libertad que me da estar jubilado me permite, ya que no puedo estar al tanto a su lado en el aula, poder tener más tiempo para poder acercarme a lugares donde me han ido llamando para echar una mano y antes era casi imposible, o atender desde redes, en lo que pueda a familias que necesitan apoyo, muchas veces simplemente ser escuchadas y hacerles ver por dónde ir o hacerles ver que van por el buen camino y, sobre todo, evitar que les caiga encima ese sentimiento de culpabilidad que les da el desconocimiento de lo que les está ocurriendo a sus hijos o la simple falta de apoyo.

Así que mañana nos pondremos en marcha y todos a una lucharemos juntos para que sea el primer día de los que quedan para conseguir que nuestros alumnos y alumnas, vuestros hijos e hijas, sean cada día un poco más felices. Seguro que ente todos es posible.

                           Fco. Javier Lozano, 7 de septiembre de 2025


jueves, 28 de agosto de 2025

Los mensajes contradictorios


Tengo la sensación a diario de que cada vez con más frecuencia se impone en nuestra sociedad una costumbre que se confunde con la buena educación. En demasiadas ocasiones se mandan mensajes contradictorios en la misma frase cuando lo que se pretende es dar una orden. No importa el ámbito, la situación o el momento.

En la carretera, en los últimos viajes, me llama la atención ver en los paneles luminosos que te encuentras por autovías y autopistas una llamada de atención para los conductores, supongo que también para acompañantes que se encargarán de dar la tabarra al leerlos, cosa que tampoco está mal, avisos que piden que cumplamos las normas por favor, como si dicho cumplimiento no fuese obligatorio y dependiera la buena voluntad de cada cual. Ayer leía en uno de ellos “Ponte el cinturón por favor”. No digo que esté mal, pero ¿qué cara pondrías si en el semáforo por el que vas a pasar en un cruce en medio de la ciudad pusiera ”Para cuando se ponga rojo por favor”? Vuelvo a reconocer que no estaría mal, pero bien tampoco pues tenemos que tener claras las normas y las leyes y cumplirlas cuando llega el momento. O el colmo ¿Te imaginas que una vez que te saltas ese semáforo te para el guardia y te dice con dulzura… “corazón te has saltado el semáforo, son doscientos euros de multa y cuatro puntos del carnet”

Como estos hay decenas de mensajes en nuestra vida diaria que se lanzan amparados en la buena educación, no me cabe la menor duda, pero ¿Son efectivos? ¿Lo son tanto como deberían serlo? Yo creo que hacen que la orden, petición o mensaje que mandamos pierda parte de su efectividad. Pongo otro ejemplo. Un niño o una niña hace algo mal. Yo creo más efectivo y acertado pedirle, sin gritos, malas caras ni reproches que recoja sus cosas, que deje de hacer algo que no debe o mil cosas más, pero con un mensaje claro, corto y sin adornarlo con cariño, corazón o palabras por el estilo, precisamente porque le quieres y pretendes que aprenda para la próxima vez. Lo mejor sería, ya habrá tiempo para palabras bonitas, abrazos y arrumacos, que una vez lanzado el mensaje inicial, tras él o después de corregir lo que había hecho mal o dejado de hacer, explicarle por qué debe hacerse bien y entonces, según se vea, agradecer lo hecho haciéndole ver lo positivo de su acción. Yo siempre creo haber actuado así con mis alumnos y siempre he podido comprobar sus reacciones altamente positivas.

Cada uno es muy libre de actuar como crea conveniente o como su conciencia o su forma de ser le diga, pero es mejor que los mensajes sean concretos y dichos con buenas palabras, pero sin edulcorarlos de más.

 Fco. Javier Lozano, 1 de agosto de 2025

viernes, 20 de septiembre de 2024

"El tiempo sigue su curso"

 

Por fin llegó ayer ese día tan ansiado por un lado y tan temido por otro del último día de trabajo, el de tu jubilación, que plantea una cantidad enorme de dudas, tal vez irresolubles.

Te ves ante un poliedro de muchas caras y demasiadas aristas, tal vez infinitas, cada una de ellas con matices distintos. Algunas duras y cortantes, escondiendo tras ellas recuerdos de una vida que va y viene en el tiempo sin orden ni concierto, de algunos días vividos de los que el olvido no quiere hacerse cargo y engullirlos como hace el tiempo con otros muchos. Otras son muy suaves, algunas nos ponen ante situaciones más o menos creíbles, otras ante deseos y sueños que nunca sabemos si podrán convertirse en realidad, en un futuro que no sabemos el tiempo que podrá durar.

Las caras de este poliedro representan situaciones de nuestra vida, campos de una existencia que ocuparemos con mayor o menor frecuencia en consonancia con nuestro grado de actividad, de salud y libertad, movidos por obligaciones y retos, por ilusiones y frustraciones, las que tiene cualquier ser humano.

Dejar atrás a ese alumnado que ha llenado mis momentos de ilusión por enseñarles la dirección del camino en sus vidas, además de darles herramientas para ser mejores cada día, es duro, por una parte, porque crean un vacío imposible de llenar, pero por otra te libera de muchas responsabilidades que dejas ya en sus manos y en las de la gente que vive con ellos en su día a día. Ya han ido creciendo. Algunos demasiado.

A la hora de la despedida, están las personas con las que has trabajado codo a codo desde hace muchos años. Como en cualquier colectivo humano, los momentos vividos, alegres y tristes, hacen que algunas ya formen parte de ti, de tu vida, de esos momentos que te gustaría repetir y a quienes no quieres soltar de la mano, que no desaparezcan para siempre. A las demás les deseas lo mejor y dejas que sigan su camino. Solo de vez en cuando, tal vez aparezcan en algún recuerdo medio perdido o descabalado de tu existencia.

La nueva vida, después de tantos años de esfuerzo y trabajo, siempre pensando en los demás, me lleva al momento de pensar también un poco en uno mismo y para ello en desarrollar un nuevo tipo de vida, especialmente en el plano mental, sentimental, donde la libertad y la sensibilidad tomen el mando para conseguir llenar el mayor número momentos de alegría, porque como me decía hace unos años una amiga y maestra tras su jubilación, ahora empieza un nuevo momento, una nueva vida y estoy en lo mejor de lo peor.

Fco. Javier Lozano – 20 – septiembre – 2024


sábado, 22 de junio de 2024

"Respeto y otras zarandajas"

Hace unos días volví a vivir una de esas situaciones que te hacen pensar. Muchos años educando personas, ayudándolas a entender que el resto de las que están a su alrededor también tienen una vida y que de nosotros puede depender que sea algo mejor en determinados momentos.

Poco más de las nueve de la mañana, me encuentro en urgencias de un gran hospital de Zaragoza, acompañando a una persona que se siente mal. Ya que el ambiente no suele ser muy agradable en esos lugares, ni corto el tiempo de espera, ayer hasta las cinco de la tarde tras cuatro horas para ser atendido, ves a tu alrededor cosas difíciles de entender. Varios carteles de un tamaño considerable por las paredes indican determinadas prohibiciones que, por mucho que nos pese, son necesarias. En una de ellas, un móvil enorme de color azul está tachado con una equis roja, indicando que no se utilice para hablar dentro de la sala.

Son varios los sonidos que se escuchan a mi alrededor, música sin auriculares y otras de vídeos de diferentes redes sociales, que se nota en determinadas caras a las que molestan, probablemente por un posible malestar general o un simple dolor de cabeza que les ha llevado hasta esa sala de urgencias.

En un momento determinado un señor, de unos cincuenta años con poco pelo y barba, a voz en grito habla de cuarenta kilos de lomo que tiene que vender a la empresa R, pero indicando que de momento no hagan nada por determinadas cuestiones de personas y facturas que no nos interesan a los demás y que a él deberían sonrojarle. Momentos después, tres asientos a mi izquierda, una señora muy arreglada, habla con alguien sobre un enfermo, para pasar en segundos a preguntarle por las vacaciones y qué tal les va en un bonito pueblo del Pirineo aragonés y, durante unos minutos de la cama de un hospital se pasa a los imponentes montes pirenaicos. Lo más curioso del asunto es que el de los cuarenta kilos de lomo me mira y sonríe como haciéndome ver lo mal que hace la señora. Lo de él no lo ha visto, claro.

Así discurre la mañana entre músicas, conversaciones y otras zarandajas, que darían para mucho y que tampoco tienen muy en cuenta el tema del respeto a las personas de nuestro entorno en esos lugares. En un momento determinado necesito hacer una llamada, me levanto y le indico a mi acompañado en un tono prudente, pero que puedan oír los dos de los móviles, que vuelvo enseguida que voy a salir a la calle para hablar. Yo creo que sus miradas se dispersan, no por su actitud anterior, sino simplemente porque el egoísmo en esas y otras situaciones hace que vivan solo su vida, esa en la que los de alrededor, estén enfermos o no, poco les importa, su ego les marca el camino.

De todos modos, espero que cada vez, aunque poco a poco, seamos conscientes de estas y otras situaciones y vayamos mejorando la especie. Tantos años entre mi alumnado me hace pensar, con optimismo, que muchos de ellos ya están en ese camino.

                                                Fco. Javier Lozano, 22 - junio -­ 2024


jueves, 29 de febrero de 2024

"Volver a empezar"


Hace unos días volvía a casa recordando, por las calles de mi querido barrio de Torrero, antiguos negocios, talleres, bares… ya desaparecidos que me trasladaban a mi infancia. Iba a contar todo eso cuando otro fragmento de mi niñez se cruzó entre mis recuerdos y decidí dejarlo para otro día. 

Era por la tarde. Estaba en la librería de mis hijas y salí a la calle para tomar un poco de aire cuando veo acercarse por la acera a un señor empujando un carro de compra. Lo miro, me mira y una sonrisa nos devuelve a un ayer lejano, muy lejano, pero no perdido. Sí, era él, aquel niño de entonces, cinco ó seis años menor que nosotros, los mayores, a los que seguía por la arena de la playa de Peñíscola o la calle donde tenían alquilado su apartamento ellos en Benicarló.

En todos estos años, pues aquel niño ya ronda hoy los sesenta, nos hemos visto un par de veces. También he tenido la suerte de ver a sus padres, una especie de tíos postizos, educados y agradables y hablar con ellos sobre todos aquellos veranos de coches pequeños, utilitarios de los 60 repletos de bolsas, maletas e incluso el Seat 600 de otro amigo de nuestros padres en cuyo portaequipajes, una rudimentaria baca de las de entonces, sobresalía en cubo de una fregona con su mocho como si de una bandera se tratase y que al pasar por algunos túneles de la carretera nacional de la época golpeaba en el techo con intención de caerse. Viajes eternos de ida y vuelta que se alargaban por el calentamiento de aquellos 600 y el 1400.

Como siempre que tardas en ver a alguien haces un recorrido por la familia. El padre ya fallecido, los hermanos a los que casi nuca volví a ver desde entonces salvo en un par de ocasiones casi en la prehistoria de mi vida, su antigua vivienda en la que yo aprendí a ir en bici jugándome la vida de un pino a otro, una Nochevieja en ella en medio del pinar donde estaba ubicada. Y así seguimos hasta volver a la arena caliente de la playa, a las noches del chiringuito donde, bajo la luz de la luna y el rumor de las olas, nosotros corríamos por la arena, mientras las madres y los padres echaban la partida y una charrada hasta que el sueño nos reclamaba.

Ahora que no vuelvo a la escuela más que de vez en cuando, donde recibo el cariño de mis chicos y chicas al verme y de algunos compañeros y compañeras que sé que me aprecian de verdad, sentir que la vida, además del cariño recogido en el trabajo diario después de tantos años, me regala este tipo de recuerdos en blanco y negro, de veranos de tardes interminables, de días de sol, en la que también hubo días de lluvia que disfrutamos con la misma ilusión, es cuando analizas tu recorrido vital y te planteas tantas cosas, tantas ilusiones, tantas personas a las que echas de menos, que casi valdría la pena tener una segunda oportunidad para poder apreciar y valorar con más intensidad cada uno de los momentos vividos y que sabes que jamás volverán. Sería como la película de Garci “Volver a empezar” ¿No te parece?

                                                  Fco. Javier Lozano 27- febrero - 2024